Y sin poder hacer nada por evitarlo… mas que entrar en calor, por supuesto.
¿Y por qué se desencadena este proceso involuntario?
La temperatura óptima para el funcionamiento de los mecanismos fisiológicos de nuestro cuerpo se sitúa alrededor de los 36,5º C, que es la temperatura que mantenemos habitualmente.
Si por cualquier circunstancia esta temperatura cambia, nuestro organismo pone en funcionamiento mecanismos que la corrijan y la vuelvan a su valor inicial.
Un frío extremo, por ejemplo, hace que perdamos calor corporal por irradiación y nuestra temperatura disminuye. Por ello, cuando la temperatura ambiente es baja y sentimos frío, tendemos a frotarnos las palmas de las manos, los brazos o a movermos enérgicamente para que nuestro músculos generen calor con su esfuerzo.
Pero si no nos movemos o la producción térmica de nuestros movimientos es insuficiente, reaccionamos de manera automática e involuntaria tiritando.
Tiritar es, pues, un movimiento involuntario y convulsivo consistente en la contracción y el relajamiento repetitivo de miles de pequeñas fibras musculares a lo largo de todo nuestro cuerpo, con la finalidad de generar calor aumentando el ritmo metabólico hasta restablecer el equilibrio térmico.
Nota sabionda: Cuando hace mucho frío nuestro organismo limita el calor a la zona interna del cuerpo vasoconstriñendo los vasos sanguíneos de las extremidades. Así, la sangre no pierde calor al pasar por zonas muy cercanas a la superficie. Debido a ello nuestras manos y pies se enfrían antes cuando hace frío y es lo primero que se congela en una situación de frío extremo.
Respuesta a una consulta de Bruno Caso
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